Bautizar a mi hij@

Son los propios padres los que debéis solicitar el sacramento para vuestr@ hij@.

Para ello os acercáis al despacho parroquial, entrando por c/ Ascao, 30. (de lunes a viernes de 10 a 13 y de 17 a 21 h.) y rellenáis una ficha con vuestros datos y los del niño/a que queréis bautizar. Los bautismos los solemos realizar el último domingo de cada mes y el sábado de la semana anterior, a las 17:30 h. en horario de invierno y a las 18:30 h. en horario de verano.

¿Hay que hacer algún cursillo?

Todos los meses os ofreceremos una fecha de cursillo, que es tanto para los padres como para los padrinos (si viven lejos podrían hacerlo en su propia parroquia).

¿Hay algún requisito para los padrinos?

Es lógico, serán los responsables ante Dios de colaborar en la educación cristiana del que se va a bautizar. Se exige que sean católicos (bautizados y confirmados), mayores de 16 años y que lleven una vida coherente con la fe (el último sínodo de Madrid pide que no se admitan personas que vivan en pareja sin estar casadas por la Iglesia).

* Si los padrinos que nos gustaría están sin confirmar os ofrecemos confirmación de adultos, que capacitaría a los padrinos para esta labor (si se comprometen podrían serlo).

¿Podemos bautizar a nuestr@ hij@ si no estamos casados?

Si, pero primero tendréis que meditar sobre la coherencia de vuestra vida de fe, para ello os ayudaremos con una entrevista con alguno de los encargados. Además, los padrinos tendrán que ser personas suficientemente responsables y coherentes con la fe.

¿Y si mi hijo ya tiene unos añitos?

Hasta los 7 años, a los niños se los considera infantes, y por tanto se bautizan como cualquier otro niño; a partir de esa edad se considera que el niño ya es sujeto de catequesis, es decir, se le puede enseñar lo que va a recibir, por ello, lo más normal, es que empiece su proceso de catequesis para recibir los sacramentos de la confesión, la comunión y la confirmación, y reciba en ese proceso el bautismo.

¿Y si soy yo el que está sin bautizar?

Para ello ha de ser formado en un proceso que, al menos, dure un curso, en el que se repasarán las verdades fundamentales de fe, la vida sacramental y el comportamiento propio de un cristiano, así como empezará su proceso de inserción en la vida de la Iglesia. En la parroquia tenemos grupos de adultos en los que uno se puede insertar.